LA LIBERACIÓN DE BONAVENTURE

14 años 2 meses antes #45693 por Konrad
Respuesta de Konrad sobre el tema Ref:LA LIBERACIÓN DE BONAVENTURE
[i:2nkesmid]Día 9. 10:00h.[/i:2nkesmid]

Avanzar por la Autopista II hasta llegar al Puente de Bronce y asegurarlo, cortando así la retirada a las últimas bolsas de resistencia del distrito comercial. Dicho así, parecía una tarea fácil. Avanzar por las calles, cruzar el puente, acabar con algún foco de resistencia aislado y asegurar las posiciones a la espera de refuerzos.

Sabía que no lo era. Cruzaban terreno teóricamente despejado, pero ya se habían encontrado con una decena de francotiradores aislados. Dos de sus hombres ya habían sido enviados a la retaguardia heridos. Por si eso no fuera poco, los había tenido que cargar en un vehículo [i:2nkesmid]Chimera[/i:2nkesmid]. A la porra con uno de los cinco blindados de apoyo.

Sí, le quedaban aún más de treinta soldados y cuatro vehículos blindados. Pero el teniente Miranda no se hacía ilusiones: aquello no era un paseo. Miraba la columna de hombres bajo su mando que marchaba detrás de él y se preguntaba cuál de ellos no regresaría…

Apartó esos pensamientos funestos de su cabeza, y se concentró en la tarea que tenían entre manos. Por el centro de la autopista avanzaban los blindados, y a cada lado, una columna de soldados. A la izquierda, la dirigida por Miranda. A la derecha, el sargento primero Lane cumplía la misma tarea. Los [i:2nkesmid]Chimera [/i:2nkesmid]avanzaban lentamente, siguiendo el paso de los soldados. En otro escenario, aquello habría sido una estupidez. Pero en las calles de una ciudad, las tornas cambiaban. Un vehículo sin apoyo de infantería era un blanco demasiado fácil para el enemigo oculto.

El puente se iba acercando. Estaban ya en la última manzana antes de llegar allí. Veían la estructura de hierro que aguantaba la autopista elevada. Miranda hizo un repaso rápido del terreno: un recorrido de doscientos metros, sin otra cobertura que el muro bajo de hormigón de un metro a ambos lados del puente y de vez en cuando algún pilar de hierro.

Y para complicar más las cosas, un edificio de veinte plantas en el otro extremo del puente. Consultó el mapa: se trataba del Hotel Imperio. Según había anotado en el mapa en base a la información de los grupos de reconocimiento, el edificio era seguro.

No se fió. Con un gesto de la mano, la columna de soldados paró detrás de él, antes de adentrarse en el terreno despejado. Lane hizo lo mismo, y los [i:2nkesmid]Chimera[/i:2nkesmid] pararon en seco, dejando los motores en punto muerto.

-¡Josel, aquí!

Un soldado se separó de la columna y se le acercó corriendo, resoplando y con la espalda doblada por el peso del pesado aparato transmisor de comunicaciones.

-Consígueme línea con el coronel.

El soldado se descolgó el auricular y se lo llevó a la oreja.

-Jefe Águila, Jefe Águila, aquí Sección Roja. Rogamos responda.

Se oyó una respuesta por el auricular, y el soldado se lo tendió a su oficial.

-¿Coronel? Aquí Miranda. Nos encontramos frente al puente. Solicitamos información: informe de actividad enemiga en la zona.

La voz sonó como un chasquido por el comunicador.

-Teniente, no hay informe de actividad en la zona. Zona seguro, repito, zona segura.

-Gracias, coronel.

Le tendió el auricular al soldado. Éste lo colgó, y se puso de nuevo la pesada carga a la espalda.

-Muchachos, vamos a cruzar ese puente. Seguros fuera, y listos. En caso de ataque, ya sabéis, cubríos, repeled el fuego, y confiad en que nuestros amigos los blindados les pelen el culo a esos herejes.

Un gesto imperioso de su mano, un paso al frente, y salió a la calzada del puente. Ni un disparo. Las dos columnas le siguieron, y los blindados de nuevo encendieron los motores. Empezaron a recorrer el puente. Ya casi estaban a la mitad y ni un solo tiro. El imponente Hotel Imperio se alzaba a su izquierda, frente al río. Miranda observó la siniestra mole de veinte pisos. Las paredes estaban acribilladas en los pisos más altos, y las ventanas mostraban las cicatrices negras del fuego. La artillería había dado buena cuenta de ellos.

Vio perfectamente las estelas de los cohetes salir disparadas directo hacia ellos. Dos estelas de humo cruzaron el aire desde una de las terrazas elevadas del hotel hacia el puente. Uno impactó en la oruga del primer [i:2nkesmid]Chimera[/i:2nkesmid]. Esquirlas de metal salieron disparadas en todas direcciones. Sus hombres fueron derribados al suelo por la onda expansiva. Una sección de oruga salió disparada en dirección a Lane: Miranda vio como le arrancaba de cuajo la cabeza a su avezado sargento primero. El otro proyectil pasó por encima del segundo transporte blindado, y se hundió en el río.

Sus hombres reaccionaron pronto, y se situaron contra el muro izquierdo del puente, cobijándose y tomando posiciones. Pronto empezó a lloverles una granizada de fuego láser y de armas más pesadas. Dos de sus hombres cayeron antes de poder encontrar refugio.

-¡Que se os trague la tierra! ¡Responded, joder! ¡Sois unos putos guardias imperiales, no maricas de la Flota! ¡Secciones de apoyo, haced sonar esos jodidos bolters! ¡Y el resto, no me seáis tacaños con los cargadores!

Pronto sus soldados respondieron a sus exhortaciones. Tres bolters pesados empezaron a aullar y los soldados empezaron a disparar. A su fuego se sumó el de los blindados. Los multiláser de los [i:2nkesmid]Chimera[/i:2nkesmid] pronto empezaron a machacar las ventanas donde se escondía el enemigo invisible.

No obstante, les devolvieron el golpe. Dos estelas más cruzaron el aire. Una fue a dar en la torreta del segundo [i:2nkesmid]Chimera[/i:2nkesmid]. El cohete rebotó en el blindaje, y fue a estrellarse contra el flanco del vehículo de enfrente. La explosión melló el casco, y acabó con la vida de cuatro de los hombres de Miranda. Entre ellos una de las dotaciones de bolter pesado.

El primer [i:2nkesmid]Chimera[/i:2nkesmid], ya gravemente herido, siguió disparando. Pero el otro cohete fue implacable con él. Con un rugido ensordecedor, la torreta del tanque salió despedida varios metros, y cayó con un estruendoso ruido metálico sobre el puente. La explosión sin duda había acabado con los ocupantes.

La destrucción del primer vehículo derrumbó la moral de los blindados. Mientras los guardias imperiales seguían disparando, los [i:2nkesmid]Chimera[/i:2nkesmid] empezaron a dar marcha atrás a toda prisa.

-¿Qué coño se creen que están haciendo?- Miranda empezó a gritar como un poseso.- ¡Culos de hierro, regresad, cojones!- Estaba claro que no le oían, o no querían oírlo. Seguían retrocediendo en busca de la seguridad de los edificios.

Furioso, gritó de la impotencia. Miró a lo largo del puente. El [i:2nkesmid]Chimera[/i:2nkesmid] aún ardía, con restos esparcidos por doquier. En el medio de la calzada aún quedaban los cuerpos de sus dos primeros soldados en caer bajo el fuego enemigo.

Parapetados, sus hombres se refugiaban cómo podían del temporal de plomo y láser que su enemigo les arrojaba encima. Apenas podían asomar la cabeza, y su fuego de respuesta era como una patética réplica en mitad de un coro atronador. Ya más de la mitad de sus hombres habían caído muertos o estaban heridos. Sin los blindados, sólo les quedaba sentarse y morir.

Se juró que aquello no iba a acabar así.

-¡Josel, dame ese puñetero trasto!

El soldado estaba acurrucado, apoyado de espaldas a la pared. Replegaba las piernas cómo podía para que no fueran acribilladas por los disparos que destrozaban el suelo. Le tendió el auricular con una mano temblorosa. Miranda ajustó él mismo los canales.

-¡Aquí Miranda, coronel! ¡Reconocimiento son unos incompetentes! ¡Estamos recibiendo un denso fuego desde el Hotel Imperio! ¡Solicito apoyo de artillería!

-Miranda, lo siento, pero ahora es difícil conseguirle fuego de artillería. Recurra a los blindados que le acompañan.

-¡Mi señor, y con todos los respetos, que les jodan a los blindados!- Escondió la cabeza cuando una esquirla de bolter rebotaba frente a él y chocaba contra el muro.- ¡Nos han dejado con el culo al aire! ¡Repito, la mitad de mi pelotón está con las tripas por el suelo! ¡Nos van a freír! ¡Solicito apoyo!

-De acuerdo, teniente. Corto.

Colgó. Entre detonaciones y el crujido del láser, maldijo mentalmente al coronel y toda la maldita burocracia militar. Esos cabrones eran incapaces de decidirse a pegar cuatro cañonazos sobre un maldito edificio. ¿Cómo iban a ganar una guerra así?

Oyó un grito cuando un disparo le atravesó la garganta a Willey, dos hombres más allá. Un certero disparo le atravesó el cuello. El soldado cayó de espaldas sobre el suelo, y su sangre formó un charco en el suelo.

Un horrísono chillido se oyó, pronto seguido de muchos más que se superpusieron en una brutal cacofonía. Acto seguido se oyeron unas poderosas detonaciones, que hicieron temblar el suelo. Más chillidos sonaron, y pronto todo quedó mezclado en una horrenda mezcla de aullidos y explosiones.
Por encima del muro, Miranda vio como los diez pisos superiores del hotel se convertían en una nube de polvo. Las estelas de humo de los misiles cruzaban el cielo de la ciudad desde las lejanas colinas donde se encontraban las baterías lanzacohetes [i:2nkesmid]Manticore[/i:2nkesmid]. Siguieron golpeando el edificio durante varios minutos, hasta que toda la pared se derrumbó en un apoteósico estruendo final. Levantando una nube de polvo y de agua al arrojarse sobre el río.

Miranda fue el primero en levantarse. Sus hombres le siguieron, al principio, dubitativos. Ni un disparo cayó sobre ellos. Una columna de humo surgía del techo del hotel, diez pisos más abajo que antes del ataque. Miranda sonrió, al pensar en los herejes aplastados bajo los cascotes que habían muerto y los que aún agonizaban. Se dirigió a sus hombres.

Lo poco que costaba hacer las cosas bien hechas.

Envio editado por: Konrad, el: 2010/02/18 21:12

[img:rl5ziuli]http://i674.photobucket.com/albums/vv106/feofitotu/shooter-1.jpg[/img:rl5ziuli]

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14 años 2 meses antes #45703 por Grimne
Respuesta de Grimne sobre el tema Ref:LA LIBERACIÓN DE BONAVENTURE
Fire mission, danger close, FIRE!

[img:3ppbkf6b]http://img33.imageshack.us/img33/6517/firma2joy.jpg[/img:3ppbkf6b]

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14 años 2 meses antes #45705 por Sidex
Respuesta de Sidex sobre el tema Ref:LA LIBERACIÓN DE BONAVENTURE
Seguro que van mas caros los misiles manticore que un peloton de infnateria equipada y una columna de 5 chimeras XD

Me ha gustado mucho, sobretodo Miranda.

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14 años 2 meses antes #45706 por Mencalinam
Respuesta de Mencalinam sobre el tema Ref:LA LIBERACIÓN DE BONAVENTURE
Hahaha estos desgraciados de la burocracia militar,como tienen a los pobres soldados de a pie.

PD_Me acabo de leer de nuevo todos los relatos y estoy impaciente por ver el siguiente sinceramente.(Oh lo que es lo mismo que estoy que se me cae la baba de lo bien que te está quedando el relato)

[img:21kp2hx7]http&#58;//img529&#46;imageshack&#46;us/img529/7694/guardiaimperialgasmask&#46;jpg[/img:21kp2hx7]
[img:21kp2hx7]http&#58;//img188&#46;imageshack&#46;us/img188/684/marinesarcanos&#46;png[/img:21kp2hx7]
[img:21kp2hx7]http&#58;//www&#46;letaniadesangre&#46;com/firmas/Letania_firma_2&#46;jpg[/img:21kp2hx7]

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14 años 2 meses antes #45860 por Ragnar
Respuesta de Ragnar sobre el tema Ref:LA LIBERACIÓN DE BONAVENTURE
Sí señor, esa es la forma en que hay que tratar a los herejes!! xdd

Konrad, es una alegría seguir leyendo las continuaciones de tus relatos y ver que aún no se te han acabado las buenas ideas y mejores personajes!

Un saludo y gracias por seguir con el relato.

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14 años 1 mes antes #46065 por Konrad
Respuesta de Konrad sobre el tema Ref:LA LIBERACIÓN DE BONAVENTURE
[i:3c0pd1fv]Día 9. 20:00h.[/i:3c0pd1fv]

Con un gesto cansado, saludó a los dos guardias de la puerta, e intercambió unas breves palabras con un soldado del quinto pelotón que salía por la puerta con el pesado impermeable verde y el rifle láser al hombro, listo para ocupar el puesto que Evans acababa de dejar. Su guardia de dos horas había terminado.

Pesadamente, se dirigió hacia el primer piso del ala oeste del edificio, que su pelotón había ocupado. Cruzó los pasillos dejando un reguero de agua que caía de su impermeable. Ya era mala gaita que tras unos días de sol y buen tiempo, se hubiera puesto a llover las dos horas que había estado en el pequeño pozo de tirador.

Entró en una habitación grande, donde una docena de hombres se agrupaban alrededor de un barril con un pequeño fuego. Las llamas apenas daban luz, pero el calor que desprendían era agradable. La mayoría de los allí presentes eran muchachos jóvenes, diez años menores que Evans. Todos ellos parecían escuchar atentamente a un hombre ya mayor (de la misma edad que Evans) y fornido, con el pelo corto y un grueso mostacho.

-¡Evans! Suerte que vienes, te echaba en falta. Estos jovencillos imberbes me han importunado con sus estúpidas preguntas. ¡No saben qué es el Cerro de las Agujetas!

Evans sonrió mientras colgaba el impermeable mojado y dejaba su rifle apoyado en la pared. Cogió una fiambrera de encima de una mesa y se sirvió un plato de gachas. Una vez servido, se dirigió al círculo y se sentó al lado del individuo del mostacho.

-¡Maldita juventud, ni siquiera recuerdan las grandes victorias de sus gloriosos ancestros! Por favor, sargento Rafalsky, ilustre a estos necios.

Los jóvenes sonrieron. Era parte del ritual. Evans y Rafalsky, los dos veteranos sargentos, siempre simulaban ofenderse, para acto seguido explicar a los nuevos reclutas sus campañas pasadas. Esa noche tocaba la favorita de ambos. El maldito Cerro de las Agujetas. Rafalsky se aclaró la garganta y empezó.

-Bien, muchachos, grabad esto en vuestras cabezotas de novatos, pues es sin duda la hazaña más gloriosa que jamás hemos visto. Fue hace ya cinco jodidos años, en el 73, y estábamos en Morlond. No os podéis imaginar lo que era aquello: miles de kilómetros de alambre de espino, llanuras cruzadas por laberintos de trincheras que se perdían en el horizonte, fortalezas del tamaño de montañas… y frente a nosotros, la élite del Caos.

Evans repasó su auditorio. Todos estaban concentrados, escuchando cada palabra de Rafalsy, asimilando cada uno de los movimientos de sus labios. No sabía cómo su compañero lograba siempre cautivar a la audiencia de ese modo.

-Nuestra división servía en el grupo de ejército que intentaba tomar las imponentes fortalezas de la cordillera conocida como El Espinazo del Coloso. Gigantescos búnkeres con artillería pesada en lo alto de crestas de más de dos mil metros de alto. Era una tarea imposible. Pero alguien listo encontró un punto débil. El jodido Cerro de las Agujetas.

Un joven no pudo reprimir la pregunta.

-¿Por qué ese nombre?

Rafalsky sonrió, condescendiente, como un sabio maestro ante un alumno terco pero prometedor. Evans a duras penas pudo contener la risa ante la teatralidad de su amigo.

-El buen nombre lo puso un muchacho de la sexta compañía.- Se giró a Evans, interrogándole.- ¿Cómo se llamaba, Simon?

-Salomon.- Respondió Evans. Rafalsy se sabía ya de memoria la historia, pero haciendo intervenir a su colega la acaba de mostrar como una gran historia de veteranos camaradas.

-¡Eso! Salomon. El bueno de Salomon.- Volvió de nuevo la atención hacia su audiencia.- El bueno de Salomon había sido aficionado a la escalada en nuestro bello mundo natal. El Cerro de las Agujetas era una montaña de mil quinientos metros de roca volcánica, con pendientes inclinadas cubiertas por millones de trozos de pizarra que la erosión había arrastrado. Cuando nos dijeron que el 67º batallón de Pragar tenía la gloriosa misión de limpiar esa posición, Salomon lo dijo: “Camaradas, creo que mañana tendremos unas buenas agujetas”. Así quedó el mote.

Los jóvenes rieron. Rafalsy tomó aire y prosiguió.

-El ascenso sería sin duda difícil en condiciones normales, pero como todo hijo de Pragar, nosotros decidimos hacerlo imposible. El asalto sería durante la noche, cargando con todo el equipo, contra posiciones fortificadas del Pacto Sangriento. Y por si no fuera suficiente, decidimos desafiar aún más a los elementos: acometeríamos el asalto en plena lluvia torrencial. Y porque no nos dejaron, que nosotros habríamos sido capaces de asaltarlo con los ojos vendados.

Las carcajadas sonaron ante la fanfarronería del sargento. Ya estaban totalmente absortos por su historia.

-¿Nunca habéis combatido en las montañas, verdad? –Los jóvenes negaron con la cabeza.- Que el Emperador os proteja de ello. Cuéntales, Evans, cómo es luchar en ese jodido cerro.

-Cargamos con todo el equipo, pues nadie sabía cuánto tiempo tendríamos que mantener la posición. Casco, cargadores, granadas, el rifle, el cuchillo, la pistola, la nueve sesenta, raciones para cuatro días… unos cuarenta kilos en la espalda. Y los pobres desgraciados de las armas pesadas, diez kilos más. Así, con todo puesto, nos fuimos de excursión.

-El ascenso era casi imposible. Las suelas de las botas resbalaban sobre las rocas mojadas. Más de uno de nosotros resbaló y cayó montaña abajo, sin que nadie pudiera salvarlo. Además, la lluvia no nos dejaba ver un pimiento, con lo que avanzabas a ciegas. Pero eso aún era sencillo.

Hizo una pausa y echó un trago de su cantimplora.

-Entonces esos hijos de puta empezaron a disparar. Y claro, nosotros respondimos. No vas a dejar que te disparen y tú sólo les respondas con insultos ¿verdad? Con lo cual, intenta mantenerte de pie en la piedra resbaladiza, con cuarenta kilos a la espalda, sin que te den y disparando. Bueno, pues era difícil, la verdad. Pero le echamos un par de cojones y escalamos roca a roca. Esos cabrones se iban a enterar de lo que era enfrentarse a la infantería de Pragar. Y entonces Evans se ganó sus medallas. Cuéntales.

Los muchachos volvieron sus caras hacia él, interrogándole con la mirada.

-Bueno, yo iba detrás del chaval que llevaba el lanzacohetes del pelotón. El teniente iba a mi izquierda. Entonces un tiro rebotó en la piedra de enfrente del artillero. El disparo láser le dio en la coraza del pecho. No le hirió, pero le hizo perder pie. Y cayó, arrastrándome a mí detrás. Empezamos a rodar montaña abajo, hasta que a duras penas logré cogerme a una roca. Él cayó unos metros más, pero encontró asidero y se levantó.

Repasó la mirada de su auditorio. Varios reclutas más se habían unido al corro. Una veintena de caras jóvenes miraban embelesado el sargento, poco acostumbrado a las multitudes. No obstante, las palabras salían de su boca, avivadas por el recuerdo de aquella noche.

-En ese momento, su suerte se terminó. Un tiro le dio de lleno en la cara, y lo tumbó. Empezó a rodar montaña abajo. Entre los truenos, los gritos de dolor, el aullar del viento y los disparos, me pareció oír gritar al teniente “cógelo”. Supuse que se refería al lanzacohetes. Así que me lancé tras él.
Un joven de mirada vidriosa le interrumpió su relato.

-¿Y qué hiciste?

Rafalsky le reprendió, simulando falso enojo.

-¿Cómo que qué hizo, hijo de mala perra? Pues corrió montaña abajo, agarró al chaval herido, y con el peso de otro muchacho, su equipo y el jodido lanzacohetes a la espalda, volvió a escalar una cuesta de cincuenta metros.

-Al llegar arriba el teniente me dijo que estaba como un cencerro. Yo le pregunté por qué, si sólo había cumplido sus órdenes. Pero él no me había gritado que cogiera el lanzacohetes, sino “déjalo”, que ya bastante tenía con lo mío. No obstante, me juró que si salíamos de esa, me llenaría de medallas.

Rafalsy retomó la historia.

-Con todos los cacharros a cuestas, continuamos hacia arriba. Fueron veinte jodidas horas bajo la lluvia, bajo el fuego enemigo. Pero al final lo logramos, echamos a esos perros herejes de allí arriba, y tomamos las posiciones de artillería de lo alto de la montaña. De los mil doscientos que iniciamos el ascenso, sólo llegamos trescientos.

Se llevó, orgulloso, la mano al pecho. De allí colgaban dos medallas.

-Trescientas citaciones al valor en combate. Ciento ochenta medallones carmesíes. Y veintisiete Honorifica Imperialis, veinte a título póstumo. Así pues, muchachos, ya sabéis lo que se espera de vosotros. ¡Somos la maldita infantería Pragar!

El auditorio aplaudió. Con gesto teatral, ambos sargentos inclinaron sus cabezas hacia el público. Sabían que dentro de unos años aquellos muchachos también explicarían, orgullosos, sus valientes hazañas a otra remesa de bisoños de Pragar.

[img:rl5ziuli]http://i674.photobucket.com/albums/vv106/feofitotu/shooter-1.jpg[/img:rl5ziuli]

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