LA LIBERACIÓN DE BONAVENTURE

14 años 10 meses antes #32566 por Oskatreidor
Respuesta de Oskatreidor sobre el tema Ref:LA LIBERACIÓN DE BONAVENTURE
mola lo suyo:laugh:

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14 años 10 meses antes #32601 por Konrad
Respuesta de Konrad sobre el tema Ref:LA LIBERACIÓN DE BONAVENTURE
Grimne escribió:

Me ha parecido oír por ahí a Nelson decir: "England expects that every man will do his duty". ¿Será casualidad? :laugh:


La casualidad no existe, amigo Grimne...

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14 años 10 meses antes #32602 por Iyanna
Respuesta de Iyanna sobre el tema Ref:LA LIBERACIÓN DE BONAVENTURE
Esto me recuerda también una frase que se decía del estoicismo típicamente inglés durante la Segunda Guerra Mundial.

"El Inglés es un pueblo al que no le importa perder todas las batallas mientras ganen la última"

La verdad es que mola bastante. Una pregunta: ¿es cierto que en los partes de guerra de la Guardia Imperial no aparece la palabra 'retirada', sino 'avance retrógado y planificado a posiciones previamente establecidas en retaguardia por motivos púramente estratégicos'?

[url=http://img140.imageshack.us/i/mynameisiyanna.png/:15vblpdf][img:15vblpdf]http://img140.imageshack.us/img140/3187/mynameisiyanna.png[/img:15vblpdf][/url:15vblpdf]

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14 años 10 meses antes #32606 por Konrad
Respuesta de Konrad sobre el tema Ref:LA LIBERACIÓN DE BONAVENTURE
Es bastante posible. El Imperio es muy amigo de los eufemismos. Para la muestra, la Inquisición gusta de llamar "redención de los pecados" a lo que nosotros llamaríamos "bombardeo indiscriminado de un planeta con armas víricas, atómicas y láser, destruyendo toda civilización planetaria, aniquilando toda forma de vida, reduciendo un mundo antes rebosante de vida a una roca muerta en medio del espacio".

[img:rl5ziuli]http://i674.photobucket.com/albums/vv106/feofitotu/shooter-1.jpg[/img:rl5ziuli]

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14 años 10 meses antes #33534 por Konrad
Respuesta de Konrad sobre el tema Ref:LA LIBERACIÓN DE BONAVENTURE
[i:870whdkp]Día 7. 14:00h.[/i:870whdkp]

Definitivamente, aquél era el mejor momento de todos cuantos habían podido disfrutar desde que habían aterrizado en ese maldito mundo dos meses atrás. Lo cual no decía mucho de su agradable estancia en ese planeta de mierda.

Por fin, después de una semana, el tiempo había mejorado. Los vientos que soplaban de las inmensas llanuras cubiertas por la nieve habían barrido las nubes y las borrascas se habían desplazado al sur. Ahora, la nieve caía sobre los bosques y el espaciopuerto. Que se jodieran los de la Armada, y que limpiaran su bonita pista de hielo y escarcha. Ellos tenían sol.

El pelotón holgazaneaba a la luz del sol, disfrutando de su primer día de permiso desde que llegaron. Aunque los rayos eran débiles, y seguían enfundados en sus uniformes de campaña de invierno, disfrutaban del agradable calor en la piel. Era una temperatura perfecta. Calentitos, pero sin que se les quemara la piel. Unos cuantos de los soldados ya dormían a pierna suelta, y otros se estiraban amodorrados por la agradable luz. Los más activos sencillamente fumaban, charlando pausadamente. Aunque el permiso no fuera muy largo, no tenían ninguna prisa.

Se encontraban en una plaza pequeña, rodeada de casas bajas, de dos pisos, poco afectada por los combates. El suelo estaba ligeramente acribillado por los morteros, pero la artillería pesada no había abierto cráteres. En el centro había un [i:870whdkp]Chimera[/i:870whdkp] al que se le había reventado la oruga izquierda. El pelotón se encontraba encaramado sobre su blindaje, o a su alrededor. La tripulación había marchado a buscar al tecnosacerdote de su unidad, a la vista del poco caso que les hacían por la radio, y habían hecho un trato con ellos: les dejaban dormir dentro y sobre el transporte de tropas, a cambio de que vigilaran que ningún civil espabilado robara piezas de motor, ni nada por el estilo. Era un buen trato.

Sobre la torreta, el sargento primero Heikkinen fumaba un pitillo, con el rifle sobre las rodillas con el seguro quitado, listo para responder a cualquier ataque. No obstante, aquella precaución le parecía innecesaria. Por la plaza sólo pasaba de vez en cuando algún civil cargado con bolsas que habían conseguido de los repartidores de comida del Munitorum o del floreciente mercado negro de la ciudad. No había que temer ataques. El frente estaba lejos de allí.

A su lado, Makinen usaba la punta de la bayoneta para limpiarse quitarse la porquería de las uñas. Parecía enfrascado en una ardua tarea, pues tras meses de combates, no había tenido tiempo ni de cortárselas ni limpiárselas, y las largas uñas estaban negras de la suciedad. Como el resto de soldados del pelotón, apestaban a sudor y humo, y estaban cubiertos por barro, hollín y polvo. Ojalá las duchas de los acuartelamientos funcionaran.

Heikkinen miró su reloj.

-¿Cuánto rato hace que se han ido, Hekki?- Le preguntó Makinen.

-Hora y media. Para mí que se han perdido.

Makinen levantó la vista de sus dedos y miró al sargento con una mirada desapasionada y cansada.

-Putos novatos. Los enviamos a hacer un recado y se pierden. –Empezó a golpear el blindaje con la bayoneta, arañando la pintura y provocando un sonido metálico.- Me estoy aburriendo de la hostia. Larguémonos a otro sitio, a hacer algo más interesante.

-¿Cómo qué?

-Yo que sé. Algo habrá en esta ciudad de mierda.

-Sí, muchas cosas. Ruinas, ruinas y más ruinas. Como no juguemos al escondite, nada mejor podemos hacer que estar aquí tumbados. –Paró y dio otra calada.- Además, hemos quedado con Olavi y Laine aquí.

Makinen siguió golpeando mecánicamente el blindaje. Desde el interior del tanque alguien soltó un improperio, maldiciendo a aquél que golpeaba el blindaje y toda su familia, y clamando para que le dejaran dormir.

Él siguió golpeando, aún más fuerte.

Una cabeza salió del habitáculo. Con el pelo rubio canoso y la nariz rota, el sargento Aleksis era inconfundible.

-Oye Makinen, métete la bayoneta por el culo y déjame dormir, ¿vale?

Makinen ni le respondió. Dejó de golpear el blindaje, se enfundó el arma y escupió al suelo. Hurgó en su mochila, sacó una cantimplora y bebió un trago. El agua estaba helada. Se la tendió a Heikkinen, pero éste la rechazó con un gesto de la cabeza.

-Oye, Heikki. ¿Y si cogemos y desmontamos el motor de éste trasto, nos largamos y vendemos por ahí las piezas? Si la gente ya te compra los cargadores de rifle por una pasta, con un motor nos hacemos ricos.

-Sí, y los tanquistas nos buscarán hasta encontrarnos y abrirnos en canal. O como nos agarre un jodido comisario, vete olvidando de que tu cerebro siga dentro de tu cabeza.

-Vamos tío, pero si los chicos de Korhonen se han pasado un mes entero vendiendo bujías que han mangado de [i:870whdkp]Chimera[/i:870whdkp] estropeados.

-Que no, coño. A uno de los de Korhonen lo pilló borracho el capitán, y le metió un par de guantazos que lo tumbaron. Y cuando se enteró de donde había sacado la pasta para el alcohol, le metió tal paliza que el tío aún sigue en la enfermería, sin dientes y con un trauma craneoencefálico.

Un resoplido fue toda su contestación, y ambos volvieron a su mutismo habitual. Heikkinen volvió a fumar pausadamente mientras contemplaba la gente que pasaba por la plaza, mientras Makinen pensaba, con el ceño fruncido y la vista clavada en el suelo.

Dos figuras llamaron la atención de Heikkinen. Más altos que los habitantes del lugar, andaban lentamente, como cansados. Llevaban rifles láser al hombro, y un uniforme de camuflaje verde oliva como el del pelotón de Heikkinen. Cruzaron la plaza en dirección al Chimera, con una expresión de decepción que les cruzaba el rostro. Olavi y Laine. Eran más jóvenes que la mayoría de sus compañeros, llegados con el último reemplazo, poco después de empezar la campaña en Helice.

Olavi, el más delgado y espabilado de los dos, fue el primero en hablar, tras apoyar el rifle sobre el blindaje lateral.

-Nada de nada. Nos hemos pateado todo el mercado, hemos preguntado, hemos ido a todos los sitos que nos han dicho. No creo que no haya comerciante o camello de todo Bonaventure que no hayamos visitado. Y nada.

Matti, que estaba estirado sobre el blindaje y al que todos creían dormido, se levantó y miró a Olavi. Éste acababa de encenderse un cigarrillo con el encendedor que le había prestado Heikkinen.

-¿Ni alcohol?

-Nada. El alcohol ha desaparecido, o lo venden a precio de oro. Habíamos pensado en amenazarlos con las armas, pero no habríamos salido de aquél jodido mercado con vida si nos atrevemos a hacerlo.- Dio una calada.- Obscura no tienen ya, porque con la guerra y los controles de carretera del Comisariado no les llega. Y cuando pregunté por lucidia o hierbas de la risa, se me quedaron mirando con cara de “te entiendo menos que a un hereje con la boca llena de polvorones”.

Makinen refunfuñó.

-Menuda mierda de ciudad, mierda de pueblerinos.- Miró a una mujer que pasaba cargado con bolsas, y que los estaba mirando con pánico.- ¿Qué miras, zorra? Sí, mierda de ciudad en la que vives.

-Joder, tío, cálmate.- Le dijo Matti.- ¿Qué hacemos entonces?

Olavi le respondió.

-Yo dejaría estas marmotas durmiendo y tomando el sol, me iría a los comedores del Munitorum, mangaría galletas y sopa de sobre, y probaría de encontrar algo con eso. Por lo que he visto el dinero les importa una mierda, y mucho menos la moneda local. Pero van como locos a zurrarse por la comida.

-Cierto.- Dijo Makinen.- Dos de los de Korhonen, del pelotón C, dicen que con un tarro de mermelada, todas las mujeres de una calle se les abrieron de patas.

-¿Quién dijo eso?- Preguntó Matti.

-Kalevi y Johannes.

-Vaya par de mentirosos.- Dijo Matti, colgándose el rifle al hombro.- No obstante, la idea del chaval me parece buena. Aunque no encontremos nada, al menos ya tenemos algo que hacer.

Ninguno de los otros objetó lo contrario. Se colgaron las armas al hombro, mangaron cigarrillos a sus compañeros dormidos, y bajaron del vehículo. Como si realizaran una tarea de reconocimiento, partieron en fila india en dirección a los comedores del Munitorum.

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14 años 9 meses antes #35610 por Finnegard
Respuesta de Finnegard sobre el tema Ref:LA LIBERACIÓN DE BONAVENTURE
Me encanta, todos. El de los Rough Riders una pasada.
Karma!

Es mejor morir por el Emperador que vivir en vano.

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