Deathwing

16 años 2 meses antes #7990 por AGRAMAR
Respuesta de AGRAMAR sobre el tema Ref:Deathwing
“Dos Cabezas” vio un estallido de violencia en uno de los extremos de la plaza en la que estaba. Una escuadra de casacas azules estaba forzando a un grupo de mutilados pedigüeños para que se apartasen. La gente caía al suelo y era aplastada mientras avanzaban entre la multitud como un cuchillo a través de la carne.

El Bibliotecario retrocedió hasta la entrada de una taberna. Un joven guardia con las cicatrices de sus mejilla aún recientes se acercó demasiado. Alzó su porra para golpear a “Dos Cabezas”, confundiéndolo con uno más de la masa. Su golpe rebotó en el blindaje de su armadura de Exterminador. El casaca azul lo miró con asombro, y luego retrocedió.

Un palanquín llevado por varios hombres, rapados y embutidos en uniformes marrones, se movió a través del gentío por el camino abierto por los matones. “Dos Cabezas” vio el símbolo de un hombre con cuatro brazos grabado en uno de los lados, y sintió una repentina oleada de temor. Sus peores sospechas acababan de justificarse.

"Almas, Anciano, danos almas," suplicó la multitud, voces que convergían para formar un poderoso rugido. Muchos habían caído de rodillas en el suelo, muñones y manos alzadas en un ruego patético hacia el palanquín.

La cortina de uno de los laterales se abrió y un hombre gordo y chaparro descendió. Su pálida piel tenía un tinte azulado, allí donde era visible bajo un elegante traje negro. También vestía botas negras de caña alta y una gabardina blanca sobre todo ello. Un colgante de una figura con cuatro brazos colgaba de su cuello. Su cabeza también estaba rapada al cero, y tenía penetrantes ojos negros. Contempló fijamente a la multitud y sonrió glotonamente, hinchando la papada de forma que se crearon una docena de pequeñas barbillas carnosas.

Echó mano a su cintura y cogió una especie de monedero pequeño. La multitud contuvo el aliento, expectante. Durante un segundo su mirada se cruzó con la del Bibliotecario, y pareció confuso. Una mueca, que podía ser de disgusto, cruzó su rostro. “Dos Cabezas” sintió un tirón en una de sus piernas y cayó sobre una de sus rodillas, aunque iba contra sus principios arrodillarse ante algo que no fuera la imagen del Emperador. Sintió que una presencia maligna lo acechaba observándolo, y se preguntó si la inquietante mirada del elegante líder habría penetrado su disfraz espiritual.

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16 años 2 meses antes #7991 por AGRAMAR
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Todas las escuadras se reunieron alrededor de la gran hoguera. Los grandes troncos ardían vivamente en la oscuridad, iluminando los rostros de los Marines desde abajo y dándoles una apariencia demoníaca. Tras ellos, Deathwing reposaba sobre sus trenes de aterrizaje, una masa grisácea recortada sobre la negrura de la noche. Cloud Runner sabía que más allá estaba la ciudad de sus enemigos, donde pululaban las abominaciones.

Los más cercanos a los fuegos eran los líderes de Escuadra, con sus rostros impasibles. Tras ellos se alineaban sus propios hombres con el equipo de combate al completo, bolters de asalto y lanzallamas a mano. La luz del fuego jugueteaba con las espadas aladas que adornaban sus hombreras. Su equipo era sin duda el de los guerreros del Imperio, pero las feroces caras marcadas con cicatrices profundas eran las de las Gentes de las Planicies.

Conocía a estos hombres desde hacía tanto tiempo que ni siquiera “Dos Cabezas” podría haber adivinado su estado de humor mejor que él mismo. En cada pequeño gesto podía adivinar una furia contenida que clamaba venganza y deseaba la muerte. Los guerreros deseaban unirse a sus antepasados en el reino de los espíritus. Claud Runner también sentía la llamada de los espíritus de sus ancestros, su clamor para ser vengados. Trató de ignorar sus voces. Era un soldado del Emperador. Tenía otras obligaciones a parte de las de su gente.

“Debemos combatir”, decía Weasel-Fierce. “Los muertos lo exigen. Nuestros clanes deben ser vengados. Si algunos de los nuestros aún sobreviven, deben ser liberados. Nuestro honor tiene que ser restaurado.”

“Hay muchas formas de honor.”, respondió Bloody Moon. “Nosotros honramos al Emperador. Nuestras armaduras de Exterminador son las insignias de ese honor. Son las muestras del honor que el Capítulo nos muestra. ¿Podemos arriesgarnos a que todas las señas de la antigua herencia de nuestro Capítulo se pierdan en manos de los Genestealers?”

“Durante cuatro siglos, la armadura que llevamos a mantenido a los Marines vivos en medio de las batallas. No nos fallará ahora”, replicó Weasel-Fierce con pasión. “Sólo haremos que incrementar su prestigio destruyendo a nuestros enemigos.”

"Hermano Marius, Hermano Paulo, se lo ruego, silencio.", dijo Cloud Runner, invocando la manera formal según los rituales del Capítulo y llamando a Weasel-Fierce y a Bloody Moon por los nombres que habían adoptado cuando se habían convertido en Marines. Los dos Exterminadores inclinaron sus cabezas, reconociendo la gravedad del momento.

"Perdonadnos, Hermano Capitán, e imponed una penitencia. Estamos a vuestro servicio. Semper fideles", replicaron casi al unísono.

"No es necesaria ninguna penitencia.” Cloud Runner miró alrededor del fuego. Todos los ojos estaban fijos en él. Sopesó sus palabras con cuidado antes de seguir hablando.

“Estamos reunidos aquí esta noche no como soldados del Emperador, si no por una antigua tradición, como guerreros de la Gente de las Planicies. Ante esto otorgo mis bendiciones, como Capitán y como Jefe. Somos los portavoces de nuestros clanes, unidos en hermandad para que podamos hablar con una sola voz, pensar como una sola mente y elegir el camino correcto para todas nuestras tribus.”

Cloud Runner sabía que sus palabras sonaban falsas. Los presentes no eran los portavoces de sus clanes. Ellos eran los clanes – todo lo que quedaba de ellos. Aún así el ritual había sido invocado y debía ser mantenido.

“Dentro de este círculo no habrá violencia. Hasta el final de nuestra reunión seremos como un solo clan.”

Era extraño pronunciar esas palabras ante guerreros que habían luchado codo con codo en un millar de batallas en un millar de mundos bajo un millar de soles distintos. Pero así era el antiguo ritual del Concilio, pensado para asegurar una discusión pacífica entre los líderes de tribus rivales. Vio a varios Marines que asentían en silencio con aprobación.

De pronto, se encontró extrañamente bien. Las costumbres de su gente habían nacido en este mundo, y mientras ellos estubiesen allí, se mantendrían fieles a ella.s En ese momento y en se lugar, estaban unidos por los lazos de su herencia común. Todos necesitaban esa reafirmación después de las duras pruebas del día.

“Debemos hablar sobre el destino de nuestro mundo y nuestro honor como guerreros. Es cuestión de vida o muerte. Hablemos con sinceridad, de acuedo con la tradición de nuestro pueblo.”

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16 años 2 meses antes #7992 por AGRAMAR
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El Anciano agarró su cadena oficial y siguió mirando fijamente a “Dos Cabezas”. Frunció el ceño, lo que hizo que su bublosa frente se hinchase aún más. Abruptamente, miró hacia otro lado y metió la mano en la bolsa.

Una ovación subió de las gargantas de la masa mientras comenzaba a arrojar puñados de brillantes monedas de hierro hacia ellos, tras lo cual se retiró de nuevo a su palanquín para contemplar el espectáculo. El Marine vio a la gente arrastrarse por el suelo, escarbando y golpeándose. Movió la cabeza con disgusto y entró en la taberna. Incluso el más bajo de los habitantes de un Mundo Colmena habría mostrado un poco más de dignidad que la turba de ahí fuera.

El lugar estaba casi vacío. “Dos Cabezas” miró al suelo hecho de tierra apisonada y a las mesas pobremente fabricadas sobre las que había desplomados algunos borrachos andrajosos. Las paredes estaban cubiertas por rudos tapices que mostraban repetidamente un diseño de cuatro brazos dispuestos para parecer una estrella. En el exterior, en la lejanía, oyó el largo y solitario pitido de un silbato de vapor.

El posadero se inclinó sobre el mostrador, con su gran panza aplastada contra el borde. “Dos Cabezas” caminó hacia él. Cuando llegó hasta allí se dio cuenta de que no tenía monedas. El tabernero le miró friamente, frotándose una mejilla sonrosada con su gorda mano.

“Bien,” demandó con urgencia. “¿Qué es lo que quieres?”

“Dos Cabezas” se sorprendió por la rudeza del hombre. La Gente siempre había sido educada, sobre todo con los viajeros y forasteros. Nunca estaba de más mostrar cortesía sobre todo cuando la parte que podía ofenderse llevaba hachas colgando a la cintura. Su mirada se encontró con la del hombre y en un instante le había robado parte de su voluntad. No encontró resistencia en el débil espíritu de aquel hombre, pero aún así el esfuerzo era grande.

El tabernero se dio la vuelta, mirando al suelo, y sirvió una bebida de una botella de barro sin que nadie se lo pidiese. De la puerta de entrada llegó el sonido de pasos. Con un fuerte golpe se abrió y una oleada de trabajadores llenó el local con sus demandas de bebida.

Tanto hombres como mujeres tenían rostros cansados y macilentos. Sus manos y pies desnudos eran tan patéticos como sus ropas. “Dos Cabezas” supuso que acababa de terminar el turno de alguna fábrica. Cogió su bebida y se sentó en una esquina, mirando cómo los trabajadores se desplomaban en las sillas, escuchando sus maldiciones contra los guardias y su falta de monedas. Un grupo comenzó una partida de dados al otro extremo de la sala.

Tras un rato, “Dos Cabezas” se dio cuenta de que había gente que se iba por una pequeña puerta al fondo de la taberna. Se levantó y les siguió. Nadie objetó nada.

La habitación en la que entró estaba oscura y olía a desperdicios de animales. En su centro había un pozo rodeado por trabajadores que gritaban y animaban. “Dos Cabezas” siguió avanzando, y la masa se apartó a su paso. Se detuvo al borde del pozo y contempló el foco de la atención de todos.

Abajo, dos grandes comadrejas de las Planicies estaban luchando, arrancándose grandes tiras de piel y carne una a otra mientras la audiencia rugía y aplaudía. Cada una de ellas era del tamaño de un hombre adulto y llevaban collares con pinchos afilados. Una ya había perdido un ojo, y ambas sangraban en abundancia de múltiples heridas abiertas.

“Dos Cabezas” estaba asqueado. De joven había cazado comadrejas, enfrentando sus habilidades y su hacha de piedra contra la inteligencia animal. Habían sido desafíos en los que el guerrero apostaba su vida contra la de un adversario feroz. No había ningún desafío en este cruel espectáculo. Simplemente era una forma de saciar la sed de sangre de esta masa de desdichados obreros.

El Bibliotecario abandonó la sala del pozo, dejando a los trabajadores con su “deporte”. Cuando volvió se fijó en que un casaca azul había entrado en el bar y estaba hablando con el dueño. Y estaban mirando en su dirección. Abandonó la taberna apresuradamente hacia la neblinosa noche, sintiendo que unos ojos inhumanos le contemplaban.

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16 años 2 meses antes #7993 por AGRAMAR
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Cloud Runner miró a las caras que rodeaban el fuego. Estaban esperando que empezase. Inspiró profundamente tres veces. Por tradición debía ser el primero en hablar.

Un Concilio de Guerreros no era una discusión en el sentido habitual de la palabra, donde las palabras eran usadas como armas para superar al enemigo. Era un pozo de sabiduría, de experiencia, un lugar para contar y escuchar historias. Las palabras no debían tener bordes afilados que levantasen suspicacias. Escogió las suyas con cuidado.

“Cuando yo tenía doce veranos,” comenzó, “vivía en la Casa Amarilla con los jóvenes. Era mi último verano allí, ya que estaba destinado a casarme con Running Deer, que era la doncella más hermosa de mi clan.

“A menudo los jóvenes hablábamos de los Guerreros del Cielo. Habían pasado cien años desde su última visita, y la estrella roja se veía en el cielo. Se acercaba la hora de su regreso.

"Hawk Talon, el abuelo de mi abuelo, había sido elegido y llevado al reino de los espíritus para servir al Gran Jefe Más Allá del Cielo. Mi familia había recibido un gran honor con ello, aunque había dejado a su hijo huérfano y con la obligación de fundar una nueva casa.

"Silver Elk era un muchacho resentido porque Running Deer estaba prometida a mí. Hablaba pretenciosamente sobre cómo él debería haber sido el elegido. Sus palabras eran una provocación, destinada a encender la furia del honor de mi familia. La familia de Silver Elk no tenía espíritus que se hubiesen aventurado en el cielo con la Deathwing más allá de las estrellas.

"Yo era joven, y respondí a las provocaciones. Le dije que si tan seguro estaba de ello, no le importaría escalar la Montaña Fantasma y vistar al Mayor de los Ancestros.”

Cloud Runner hizo una pausa para dejar que sus palabras calasen, para que los guerreros se imaginasen la escena. El recuerdo aparecía fresco y claro en su mente. Casi podía oler el acre humo de la madera ardiendo en su choza y ver las pieles colgando de las paredes y techo.

"Eso era lo que Silver Elk había querido que dijese. Bufó y dijo que estaba dispuesto a ello si alguien le acompañaba como testigo. Me miró directamente a mí.

"Así quedé atrapado. No podía negarme sin manchar mi honor. Tenía que ir o él me habría ganado.

"Cuando se enteró, Running Deer me suplicó que no fuese, temiendo que los espíritus me llevasen. Ella era la hija de un Chamán y tenía el poder la Visión Bruja. Pero yo era joven, con el orgullo y la inconsciencia de un niño, y la ignoré. Viendo que yo estaba decidido, cortó un mechón de su cabello y lo cubrió con poderosos hechizos de protección para que yo volviese sano y salvo a casa.

"Fue un viaje de tres días a paso de cazador hasta la Montaña Fantasma. El miedo era nuestro compañero en todo momento. Lo que había parecido posible al calor del hogar parecía ahora una tarea aterradora en el frío de las noches de otoño cuando la luna estaba llena y los espíritus vagaban entre los árboles. Creo que si cualquiera de los dos hubiese estado solo habría dado la vuelta, ya que es algo horrible acercarse al lugar donde los muertos no descansan cuando se acerca el invierno.

"Pero ninguno de los dos podía mostrar miedo, ya que el otro estaba vigilando, y nuestra rivalidad nos empujaba hacia delante. Ninguno quería ser el primero en rendirse.

"Al atardecer del tercer día encontramos el primero de los tótems de advertencia, cubierto por las calaveras de los guerreros del cielo juzgados. Entonces sentí que echaría a correr sin parar, pero de nuevo el orgullo me hizo permanecer en el sitio.

"Comenzamos a escalar. La noche era silenciosa y fría. Había cosas que se movían por debajo de nosotros, y la luna se nos acercaba como un espíritu cautivador. Árboles retorcidos se inclinaban sobre el camino como vigilantes malignos. Escalamos sin parar hasta que llegamos a la vasta planicie marcada con el símbolo de la calavera alada.

"Estábamos enchidos con el orgullo del éxito, y nuestra rivalidad se vio momentáneamente apartada. Estábamos en un lugar que pocos hombres habían visto. Habíamos desafiado a los espíritus y vencido.

"No recuerdo lo que pasó por mi cabeza cuando Silver Elk señaló hacia arriba. De allí llegaba el aullido de mil espíritus furiosos, y una gran hoguera iluminó el cielo. Quizás pensase que los espíritus habían decidido destruirme por mi presunción. Quizás estaba tan lleno de terror que no pude pensar nada. Sé que me quedé paralizado en el sitio, mientras que Silver Elk se giró y corrió.

"Si había estado aterrado antes imaginad cómo me sentiría cuando vi una enorme forma alada en la distancia y oí el rugido del pájaro de trueno que se acercaba. Imaginaos mi horror cuando vi que era la propia Deathwing, corcel del Emperador, elector de los muertos, el Cráneo Cazador Alado.

"Me arrepentí amargamente de mi inconsciencia. No podía moverme para ponerme a salvo, y esperé a que la Deathwing me atacase con sus garras y liberase mi espíritu.

"Grande fue mi sorpresa cuando el pájaro de trueno se posó en tierra ante mí y su furioso rugido cesó. Aún así, no podía correr. Su morro se abrió, escupiendo las impresionantes siluetas de negra armadura de los Elegidos muertos. En sus hombros llevaban el distintivo de la espada alada.

"Supe entonces que ya me encontraba en el reino de los espíritus sin ninguna duda, ya que Hawk Talon, el abuelo de mi abuelo, estaba entre ellos. Había visto su rostro tallado en el tótem de la entrada de mi casa. Tenía un aspecto cansado y apagado, pero era facilmente reconocible para mí.

"Ver un rostro familiar en aquel lugar de pesadilla me sirvió para reafirmarme de alguna forma. Me permitía superar mis miedos. Lleno de asombro, caminé hasta que estuve a punto de tocarlo: aquel terrible y sombrío anciano cuya cara era tan parecida a la mía.

"Durante un largo tiempo simplemente nos miramos a los ojos. Entonces el viejo sonrió y luego comenzó a reírse abiertamente. Me abrazó apretándome contra su coraza, gritando que había sido una vuelta a casa como jamas había soñado. Estaba tan contento de verme como yo lo estaba de verlo a él.”

Cloud Runner se detuvo, comparando el regreso a casa de su ancestro con el suyo propio. No había habido risas como las que hubo hacía tantos años ya. Ahora comprendía la alegría del anciano cuando vio una cara familiar al descender de la nave. Se alegraba de que Hawk Talon ya no estuviese allí para ver semejante destrucción.

"Por supuesto yo estaba completamente aturdido, de pie entre aquellos guerreros de leyenda, hablando con mi antepasado. Sabía que habían vuelto para elegir a sus sucesores al servicio del Emperador, y olvidándome de todo lo demás, supliqué que se me permitiese unirme a ellos.

"El anciano me miró y me preguntó si tenía alguna razón para quedarme o alguna para arrepentirme de marchar. Pensé en Running Deer, y dudé, pero yo era un joven hambriento de aventuras. Visiones de gloria y de las maravillas que vería más allá del cielo me llenaron. ¿Qué conocía yo verdaderamente de la vida? Se me pedía que hiciese una elección con la que tendría que vivir durante siglos, pero yo aún no lo sabía.

"Mi antepasado sí. Vio mis dudas, y me dijo que en ese caso mejor haría quedándome. No quería escuchar aquellas palabras, así que insistí en que me probasen.

"Me ataron a una mesa metálica y abrieron mi carne con fríos cuchillos. Había superado el ritual de la Garra de Comadreja para demostrar mi adultez, pero aquel dolor no se parecía en nada al que sentía. Cuando hubieron abierto mi carne me metieron dentro del cuerpo cosas que dijeron me ayudarían a reforzar mi poder espiritual.

"Durante semanas me retorcí en una agonía febril mientras mi cuerpo cambiaba. Las paredes bailaban, y mi espíritu caminaba por los límites del frío eterno. Mientras vagaba sólo y perdido, uno de los Hermanos permaneció a mi lado recitando las letanías Imperiales.

"En una visión, el Emperador vino a mí, montado en Deathwing, el más poderoso de los pájaros de trueno. Era diferente de la que había llevado a los Guerreros del Cielo hasta mi casa. Era una bestia de espíritus, en lugar de un pájaro de metal.

"El Emperador me habló, explicándome la gran lucha que se llevaba a cabo en mil veces mil mundos. Me mostró las razas que vivían allí a parte del hombre, y el corazón secreto del Universo, que es el Caos. Me mostró los poderes que acechan en la disformidad y me expuso a sus tentaciones. Me contemplçó mientras resistía, y supe que si en algún momento flaqueaba me destruiría al instante.

"En algún momento me desperté, y supe que mi espíritu ya pertenecía al Emperador. Había elegido avandonar a mi gente, mi mundo y mi esposa, para entrar a su servicio. Supe que había hecho lo correcto."

Movió lentamente su cabeza, y tocó el collar del que colgaba un mechón de pelo trenzado. Durante muchos años se había preguntado si realmente había sido la elección correcta, si hubiese sido más feliz junto a Running Deer. La brillante y prometedora visión que había tenido en su juventud se había ido difuminando y perdiendo tras incontables años de guerra. “Ni siquiera pude decirle adiós”, pensó, y aquél era el pensamiento más triste de todos.

Pensó que había convencido a muchos de los Marines, pero entonces Lame Bear dio un paso al frente y habló; el Concilio no había hecho más que empezar.

"Hablaré de los Genestealers, " dijo el hombretón en voz baja. “Hablaré de los Genestealers, de su terror y su crueldad...”

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16 años 2 meses antes #7994 por AGRAMAR
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“Dos Cabezas” vagó por las oscuras callejas. Estaban desiertas ahora que los trabajadores habían vuelto a sus barracones. Una ligera brisa se había levantado, esparciendo ráfagas de ceniza y basura por las calles, aunque también aclaraba algo la niebla. Un amargo sabor a desperdicios llenó su boca.

Pasó frente a las fábricas donde se apiñaban gigantescos motores de vapor, aún funcionando. Su sonido llenaba el aire. Sus pistones subían y bajaban como gigantescas cabezas de dinosaurios enloquecidos. Supo que nunca descansaban.

Descendió por una calle de ricas mansiones, llevado por la curiosidad. Sentía que se le habían mostrado las piezas de un enorme rompecabezas, y si pudiese encontrar la última pieza, todo encajaría.

Cada mansión por la que pasaba tenía fuertes puertas de hierro que mostraban los símbolos del Búho, del Puma y de la Rata. Eran los animales sagrados de los Clanes de las Colinas. “Dos Cabezas” se preguntó si los jefes de estas gentes estarían dentro. Bien podía creer que hubiesen hecho algún tipo de pacto con quien hubiese hecho esto. La gente de las colinas tenía oscuras reputaciones.

Sintió que la furia crecía en su interior, destapando su antigua vida salvaje. Su vida acababa de quedar sin sentido. Su pueblo había sido traicionado. Su mundo había sido robado. Incluso los Ángeles Oscuros habían sido destruídos. Diez mil años de tradición terminaban aquí. Ya no había salvajes hombres de las Planicies para que los Guerreros del Cielo los reclutasen.

El Capítulo podría seguir adelante, pero su herencia había sido destruída – nunca volvería ser lo mismo. “Dos Cabezas” formaba parte de la última generación de Mariner reclutados de entre la Gente de las Planicies. No habría más.

Mientras se movía entre las mansiones, hacia el contaminado río, sus sentidos espirituales le avisaron de que estaba siendo seguido. Una parte de su ser no se preocupó, e incluso agradecería un buen enfrentamiento con quien quiera que lo siguiese. De algún lugar más adelante surgió un gruñido de dolor.

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16 años 2 meses antes #7995 por AGRAMAR
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“No sabemos de dónde vienen,” dijo Lame Bear. “Ni siquiera los Curators del Administratum lo saben. Aparecen sin aviso, transportados en sus poderosas astronaves que avanzan en las oleadas del espacio disforme.”

Un estremecimiento sacudió incluso a los más duros de los Exterminadores. Cloud Runner vio la mirada de aquellos que habían combatido contra los Genestealers apagarse. Sus oscuros rostros eran prueba suficiente de las memorias de dichos encuentros.

Inconscientemente, se pusieron alerta y miraron a su alrededor nerviosamente. Por primera vez el Capitán se dio cuenta de que efectivamente se estaban enfrentando una vez más a los Genestealers. Se enfrentaban a una amenaza que podía ser la última.

“Son enemigos temibles: feroces, incansables, que no conocen ni la piedad ni el dolor. No usan armas, ya que no las necesitan. Sus garras son capaces de rasgar el adamantium como si fuese papel.

“No usan armadura, ya que sus caparazones son tan duros que pueden sobrevivir incluso, durante algún tiempo, en el vacío del espacio. Tienen el aspecto de una bestia, aunque muestran organización e inteligencia. Son el enemigo más terrible al que se han enfrentado los Marines desde la Herejía de Horus.

“¿Cómo sé esto? Me he enfrentado a ellos, como tantos otros de vosotros.”

Cloud Runner tembló, recordando los tiempos en los que había luchado contra los Stealers. Recordaba los rostros quitinosos, las mandíbulas chasqueantes y las cuatro garras como cuchillas. Trató de no pensar en su aspecto de insecto ciego.

“No es su pericia en la batalla lo que convierte a los Stealers en un enemigo tan peligroso. Es algo más. Os diré lo que es.

"Hace ciento veinte años, antes incluso de que yo vistiese la armadura de Exterminadore, fui enviado con la flota a investigar el misterioso silencio que había caído sobre el Mundo Colmena de Thranx.

“El gobernador imperial no había pagado tributos durante veinte años, y el Adeptus Terra pensó que quizás necesitase un gentil recordatorio de su juramento al Imperio.

“La flota llegó con secciones de los Ángeles Oscuros, los Lobos Espaciales, los Ultramarines y un regimiento de Guardia Imperial de Necromunda. Mientras la flota se colocaba en posición de aterrizaje, todos nos preparamos para encontrar resistencia, una rebelión. Pero las defensas orbitales no nos dispararon, y el Gobernador nos habló abiertamente por el comunicador.

“Dijo que el planeta había sido aislado por tormentas de disformidad y ataques Orkos. Pidió disculpas por el impago de sus tributos y ofreció una compensación inmediata. Sugirió que el Inquisidor Van Dor, que estaba al cargo de la expedición de castigo, descendiese para aceptar sus disculpas y renovar sus juramentos.

“Por supuesto no nos fiábamos, pero Van Dor sugirió que cualquier posibilidad de volver a recuperar un planeta para el Imperio sin el gasto de una intervención militar debía ser al menos investigado. Pidió que los Ángeles Oscuros descendiesen con él al planeta como su guardia de honor. Preparamos nuestros localizadores y nos teleportamos hasta el salón de recepciones del Gobernador.

“Thranx era un mundo cubierto de acero. Sus nativos nunca veían el cielo. El salón del Gobernador, sin embargo, era tan vasto que las nubes se formaban bajo su techo y la lluvia caía sobre los árboles que rodeaban el Pabellón del Gobernante.

“Era una visión que helaba la sangre. Largas filas de guardias flanqueaban la curva carretera metálica que conducía a sus estancias privadas. El propio pabellón flotaba con unos suspensores hidráulicos sobre un lago artificial. El Gobernador se sentaba en un trono tallado a partir de una gigantesca perla artificial, flanqueado por dos hermosas doncellas ciegas que eran sus telépatas y consejeras. Nos dio la bienvenida y nos mostró el tributo.

“Estaba siendo sacado de las cámaras blindadas por esclavos especialmente criados, eunucos de piel grisácea con músculos como los de un ogrete. Incluso así casi no podían transportar los cofres. Desfilaban ante nosotros en una procesión aparentemente sin fin, llevando diamantes industriales, bolters chapados en oro, trajes de ceramita blindada con jade engarzado.

“Durante todo aquel tiempo el Gobernador, Huac, mantuvo una amigable e inteminable charla. Nosotros simplemente mirábamos, confusos y complacidos por su suave voz y maneras afables. A medida que el día avanzaba comenzamos a convencernos de que no haría falta luchar, que simplemente cogeríamos el tributo y nos iríamos a casa.

“Nuestras mentes estaban agradablemente embotadas, y estábamos dispuestos a acceder a cualquier cosa que nuesto amable anfitrión nos propusiese cuando los grandes tanques criogénicos fueron expuestos. Huac dijo que dentro estaban los tesoros más preciados de todos. Es una muestra de cómo estábamos subyugados que casi los aceptamos, sin pensar.

“Fue “Dos Cabezas” quien dijo no. Allí estaba, quieto como un hombre confundido, durante un instante. Luego comenzó un cántico. Era como si de nuestros ojos cayesen cientos de telarañas y vimos la trampa que había sido tejida tan habilmente para atraparnos.

“El hechizo del Magus, pues eso era Huac, despareció. Vimos con horror que casi nos habíamos llevado dos especímenes de Genestealer a la nave nodriza de la flota. Toda aquella tarde, nuestras mentes habían sido obnubiladas por la lenta marcha de las palabras de Huca, que habían ido tejiendo místicas redes invisibles que nublaron nuestro entendimiento.

“Aún así, seguíamos tan confusos que estuvimos a punto de protestar cuando “Dos Cabezas” barrió a Huac y sus dos telépatas con el fuego de su bolter. Sólo el Dreadnought Hawk Talon se unió a los disparos. Reaccionamos con lentitud cuando nos ordenó defendernos. La guardia de Huac ya estaba sobre nosotros.

“Pero éramos Marines. Apenas habían comenzado a disparar con sus rifles láser cuando contestamos con los bolters, barriéndolos. Van Dor intentó contactar con la flota, pero nuestros comunicadores estaban siendo interferidos. No había nada que hacer, salvo abrirnos camino luchando hasta la superficie y esperar que una nave de desembarco pudiese llegar hasta nosotros.

“Parecía que todo el planeta se hubiese vuelto contra nosotros, y eso era más o menos lo que había ocurrido. Doscientos de nosotros salimos luchando de la cámara de audiencias. Se nos enfrentaron hombres armados, y mujeres desarmadas con sus hijos. Todos se arrojaron contra nosotros con ferocidad inhumana. Mientras los segábamos no mostraban ningún miedo – sólo una extraña y terrible alegría.Todo el mundo había quedado infectado.

“Nuestro viaje hasta la superficie fue una pesadilla. Combatimos a través de oscuros corredores, subimos por escaleras de esrtechos conductos y estrechos pasillos nunca diseñados para los Marines. Van Dor. Vi cómo Steel Fist caía decapitado por una rampa de acceso, y Van Dor arrojó tras él un puñado de granadas. Nos salpicaron los restos de un Genestealer adulto.

“Mi hermano Red Sky fue asaltado por un grupo de niños que llevaban explosivos en sus manos. Ninguno de ellos sobrevivió a la explosión.

“Dos veces en los interminables corredores estuvimos a punto de ser superados. Se llegó al combate cuerpo a cuerpo con Genestalers puros. Veinte de los nuestros cayeron antes de que el hacha de energía de “Dos Cabezas” y la espada de energía de Cloud Runner pudiesen abrirnos camino.

“Fue mientras guardaba el paso de la última escotilla cuando perdí el uso de mi pierna. Un Stealer apareció a través del suelo y me agarró, intentando llevarme con él. Le disparé frenéticamente. Lo último que recuerdo fue su horrible rostro hambriento que se me acercaba, flanqueado por un grupo de habitantes de Thranx.

“Los demás me dijeron lo que había ocurrido cuando me desperté en la sala médica de la nave nodriza con una pierna biónica. “Dos Cabezas” y Cloud Runner me habían arrastrado hasta el techo del mundo, donde esperaba una nave de desembarco.

“Sólo había una cosa que hacer: ordenar un Exterminatus. El planeta entero fue esterilizado desde la órbita con bombas víricas. Más tarde, las investigaciones inquisitoriales demostraron que todo había empezado apenas hacía sesenta años, cuando una nave sin identificar entró en la órbita del sector.

“En apenas tres generaciones los Stealers habían infectado todo un mundo. Porque así es como se reproducen, convirtiendo a la gente en anfitriones de sus crías. Las víctimas aguantan esto voluntariamente, debido al poder hipnótico de los Magus.

“Muchas noches he permanecido despierto pensando si hubiésemos podido salvar el mundo su hubiésemos llegado antes. Quizás hubiésemos podido eliminar el cancer antes de que se extendiese, y no tendríamos que haber ordenado un Exterminatus.

Cloud Runner pudo ver que los guerreros habían sido convencidos por la historia de Lame Bear, y estaban furiosos. Podía ver cómo estaban intentando asimilar que su pueblo se hubiese convertido en un rebaño destinado a la reproducción, y que posiblemente con una acción rápida podrían salvarlos.

“Vamos”, dijo Weasel-Fierce, poniéndose en pie. “Entremos en esa ciudad y matemos a todos los engendros de los Stealers."

Muchos otros guerreros le imitaron.

“Esperad”, dijo Bloody Moon. “El Concilio no ha terminado y ahora hablaré yo…”

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