Al igual que la mayoría de los videntes de mayor edad. Eldrad se esta distanciando del mundo del cuerpo y la sangre e incluso en estos tiempos aciagos se pasa largo tiempo en la Cúpula de los Videntes de Cristal. Sus movimientos son lentos comparados con la velocidad natural de los eldars y, como el resto de videntes, su cuerpo se transformara un día en cristal transparente como el agua. Aunque llegara a detener de algún modo la invasión del Caos que según sus previsiones va a emerger del Ojo del Terror, Eldrad se retirara del mundo físico y su alma se unirá a la de sus antepasados. Si sus batallas finales resultan ser en vano, Eldrad ha predicho un final mucho mas sangriento en las garras de su némesis, Abaddon. Sea cual sea su destino final, el nombre de Eldrad Ulthran será siempre sinónimo de inquebrantable voluntad y sabiduría y toda la raza eldars llorara su perdida.

En la sale reinaba un silencio sepulcral que Eldrad Ulthran consideró muy apropiado. Eldrad iba ataviado con una túnica blanca sin adornos. Se sentía aliviado de soportar el peso de todas las runas y feliz de respirar el dulce aire sin su ornamentado yelmo cristalino. Allí, en la cámara oculta, no era necesaria ninguna protección. Allí estaba totalmente a salvo de los ojos del Gran Enemigo (si es que podía existir tal lugar), ya que el escudo psiquico en el centro del circulo infinito era tan potente que ni siquiera los pensamientos ni las presencias mas fuertes podían penetrarlo. El milenario vidente se permitió esbozar una breve sonrisa disfrutando de una soledad física y mental.

Aquellos momentos de tranquilidad eran poco frecuentes y cada vez se estaban haciendo todavía mas escasos. Los recuerdos de guerras y derramamientos de sangre quedaban a un millo de años luz de de distancia al estar rodeadote la serenidad de aquel refugio. Incluso fuera de la cámara ocultase había ido sintiendo cada vez mas distanciadote la realidad, a la vez que su mente se había ido alejando cada vez mas a lo largo de la madeja de posibilidades que trazaban los posibles futuros de su raza. Mientras su cuerpo estaba empezando a cristalizar poco a poco, su mente crecía mas de lo que su cuerpo podía contener.

Era tentador abandonar los últimos vestigios de la vida física, simplemente dejar a tras su carcasa mortal y dejar fluir su espíritu en el interior del circulo infinito. Pero todavía no era el momento indicado. Tenia que elegir a un sucesor y aun tenia que cumplir con muchos deberes de los vivos, sin importar lo mucho que se estuviera alejando de ellos.

Abrió su mente a los espíritus que fluían por el circulo infinito a su alrededor para sentir sus pensamientos. Con la facilidad que proporciona la experiencia, dejo en blanco cada uno de sus sentidos y escucho con la mente la música de fondo de la esencia eldar. Su mente penetro mas profundamente a lo largo de las hebras del circulo infinito traspasando las barreras entre las estrellas para oír los pensamientos de los demás círculos infinitos de lejanos mundos astronave unidos ala inmensa Matriz Espectral.

Se alejo un poco mas para escuchar, a toda la raza eldar desde la distancia. Era algo muy tenue, pero Eldrad creyó percibirán ritmo entre la cacofonía, a primera vista anárquica, de un billón de espíritus un leve pulso, como si fuera un lejano y terriblemente lento latido.

Alejado del murmullo de los espíritus, Eldrad pudo sentir la gran inconsciencia que yacía detrás, como la mente de una descomunal entidad que todavía yaciera aletargada. A lo largo de incontables generaciones, aquel latido había ido haciéndose cada vez mas fuerte y durante innombrables generaciones venideras iba a seguir acelerándose y creciendo.

Eldrad sabia que no iba a estar verdaderamente vivo cuando llegara aquel momento, ni tampoco sus sucesores en cien vidas. En un instante de duda se pregunto si llegaría algún día o si eran todos unos ilusos por creer que existía algún modote escapar a La Sedienta. Tal vez murieran todos antes, sin haber cumplido su lejano sueño . Quizá el no seria lo bastante fuerte. Eldrad despejo tan negativos pensamientos y se convenció a si mismo de que las antiguas profecías iban a hacerse realidad. Una vez mas, escuchó el pesado latir y volvió a sonreír.

Aquel era Ynnead, el dios de los muertos. Ynnead, la ultima esperanza de los Eldars.