La Joya de Tempestad (Partida)

Me apoyo en el hombro del soldado y con mi otro brazo uso el mango del hacha a modo de baston.

La pobre victima a expirado despues de estertores y vomitos de sangre y ha dejado comocionada a la hermana, que automaticamente a amartillado su bolter, mierda toca mas fiesta...

Nos ponemos en marcha, ya queda poco para llegar donde estan las otras hermanas, consulto el auspex, nada niguna señal, envio al servocraneo unos cuantos metros por delante del grupo por si acaso. Las imagenes enviadas desde el dispositivo parecen tambien limpias, tocara ir rapido hacia los camarotes y luego a la sala de escudos.

De golpe se escuchan ruidos inhumanos por toda la seccion, no parecian muy cerca y daba la sensación de que se alejaban de nosotros, aprovecharemos para continuar, con un solo pensamiento activo mi servobrazo y hago que agarre delicadamente una linterna.


Tocara caminar aunque esta herida no para de dolerme a pesar de los implantes, la proxima vez me colocare una placa de titanio en el estomago, ahi hay demasiada carne aun.

Ha sido rapido pero brutal, todo ha concluido y solo Barr parece un poco mas accidentado por lo que le ofrzco mi hombro y paso mi mano por su espalda para ayudarle a caminar.

Un poco mas adelante vemos lo que antes habia sido un hombre, pero incomprensiblemente aun le queda un hilo de vida, suficiente para articular ¿"demonio" y "pasillo bajo"?, si parece que esas han sido sus palabras.

Click.

Lucia amartilla su bolter, desde luego esto parece ser ya algo personal para ella, bueno tambien para nosotros pero de otro modo, nosotros luchamos por sobrevivir, ella para acabar con esas cosas.

Mientras avanzamos oimos a mas de esas bestias, pero parece que se alejan.

Al parecer esto ya no es una nave, es un campo de batalla, mas adelante el pasillo esta plagado de muertos y sangre demoniaca. ¿cuantos quedaran aun vivos, cuantos hombres y cuantas aberraciones impias?

Parece ser que el combate no ha acabado, de hecho me da la impresión de que no habia echo más que comenzar, al parecer el desdichado que estaba siendo atacado ha avisado a la hermana acerca de presencia enemiga pasillo abajo, asique con un gesto bastante siniestro esta amartilla el bolter y procede a ir al encuentro con el enemigo.

En resumen el combate ha ido bastante bien para nuestro bando, el visioingeniero está un poco malherido, pero ya le hemos aplicado primeros cuidados y parece que puede continuar, aunque necesita la ayuda del karskin, que se la ofrece sin reparos, lo he comprobado otras muchas veces, pero sigue sin dejar de sorprenderme lo mucho que une a las personas un combate...

En fin, nos ponemos en camino, pero alzando un poco la voz me atrevo a sugerir algo, mientras ostensiblemente reviso las bujias del lanzallamas, que he vueto a recojer en cuanto ha acabado el combate cuerpo a cuerpo

-Dado que llevo yo el lanzallamas, me atrevería a sugerir que yo, junto con alguien que me apoyara debería abrir camino, para prevenir posibles ataques, ¿que os parece? Y, por cierto hermana, ¿puede confirmarme al 100 por 100 que nos enfrentamos a el impío archienemigo de la humanidad? A título informativo, digo.

.- Me parece una idea genial, acompañe a la hermana y vigile donde apunta oficial .-

Al final no ha hecho falta ayudar a morir a ese pobre desgraciado. Pero nos ha confirmado el camino a seguir. Me pòngo a la altura del Karskin que ayuda al visioingeniero por si necesitan otro hombro, pero parece que con el hacha se apaña bien.
Con la hermana y el lanzallamas por delante y el auspex dtras para avisar me toca cerrar la comitiva pues bastante tiene el guardia con acompañar al ingeniero.

Adelante, pasillo abajo, a ver si encontramos alguna de las amiguitas de la sor y aumentamos un poco la potencia de fuego, creo que nos hara falta, basta con echar un ultimo vistazo al lugar del que salimos y el pasillo que cogemos para "intuirlo".

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El variiopinto grupo de héroes se acerca al pasillo de salida y lanza una fugaz mirada. El pasillo debe medir unos cien metros, y está plagado de miles de recovecos por los que cualquiera de esas aberraciones podría saltar a por vosotros en cualquier momento. Sin embargo, el Áuspex de Barr permanece tranquilo.

Como una exalación y tan rápido como os permiten las piernas, corréis pasillo abajo hasta la siguiente puerta. Tratáis de ignorar los restos pútridos de los demonios abatidos, los regueros de sangre y los pedazos despedazados de un grupo de Guardias que dieron sus vidas tratando de defender la nave. Al llegar a la compuerta, oís una extraña cancioncilla al otro lado. Algo o alguien está silbando una alegre cancioncilla. Un extraño fulgor, un brillo innatural de colores algunos desconocidos para los humanos se filtra por una rendija de la compuerta.

- ¡Hum! ¡Hum! - dice una voz chillona pero extremadamente dulce - ¡Apesta, apesta!

A través de la rendija veis volar a través de la sala lo que a ciencia cierta es un cuerpo humano.

- ¡Hum! ¡Hum! ¡Hum! - masculla la misma voz, ahora profunda y discordante - ¡Invitados inesperados! ¡No me gustan los imprevistos! O a lo mejor no era un imprevisto. ¿Tú qué crees?

La compuerta de repente se abre de par en par. Una fuerza impía os alza del suelo y os lleva volando dentro de la sala. Dicha sala parece ser más una cisterna cilíndrica que otra cosa, con una compuerta de salida al fondo. Todo está lleno de cajas, restos humanos y una extraña neblina multicolor. En medio de la sala, dándoos la espalda, hay un enorme demonio azulado, de unos cuatro metros de alto, con unas enormes alas de buitre y sosteniendo un demencial báculo que cambia de forma cada instante.

El demonio agarra con una de sus garras otro cadáver, y todos veis aterrorizados que es una de las Hermanas de Batalla. La criatura infernal la acerca a su deforme pico de bestia carroñera y parece olfatearla.

- ¡Hum! ¡Hum! - masculla con una voz aguda y penetrante - Lo que yo decía. Apestan a Emperador. Su hedor es omnipresente. ¿Estamos de acuerdo?

El ser lanza el cadáver contra una de las paredes y acto seguido abre una de las cajas de embalaje. Rebusca entre la chatarra allí guardada, comos i buscase algo importante mientras masculla incoherencias.

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[MODO DE COMBATE DESHABILITADO]

Vuestros personajes está flotando a dos palmos del suelo inmovilizados por el poder del Señor de la Trasnformación Wael'wel'son. No podéis iniciar combates (porque estáis inmovilizados, controlados, acojonados o lo que sea). Sí podéis tratar de hacer cualquier otra cosa.

Wael'wel'son os da la espalda mientras rebusca en una caja de embalaje.

El rugir de la ira en mi cabeza apenas me deja ser consciente de mi entorno mientras amartillo el bólter. De la nada surge una voz, parece que se dirige a mi. Hago un esfuerzo y regreso a la realidad para escuchar al oficial de la nave decir:
"...y por cierto hermana, ¿puede confirmarme al 100 por 100 que nos enfrentamos a el impío archienemigo de la humanidad? A título informativo, digo".

Me giro en redondo hacia el oficial que acaba de cuestionar mi anterior veredicto acerca de la naturaleza del enemigo. Con un par de pasos me acerco hasta él mientras paso el dorso de mi mano por la servoarmadura.

La mano me gotea icor demoníaco mientras la levanto hasta la altura de su cara. Susurrando mientras me rechinan los dientes le digo:

"Le aseguro soldado Walde, que cuando un demonio te sangra encima nunca olvidas ese olor. Y en mi caso esta no es la primera ni será la última vez que me ocurre. Quizá sea buena idea que se vaya familiarizando usted también con los enemigos del Emperador..."

A continuación paso la mano por su chaqueta de oficial y me limpio el icor restante del dorso en sus ropas. Como un resorte, dejo de perder el tiempo y me dirijo hacia la compuerta, hora de encontrar a las hermanas.

Un pasillo más tarde llegamos una nueva compuerta tras la que oímos una sacrílega voz. El olor en el aire es dulzón, como el almizcle. Sin duda algo impuro y blasfemo espera al otro lado.

Antes de que podamos prepararnos la compuerta se abre y una especie de golpe gravitacional nos impulsa al interior de la sala donde quedamos inmovilizados a unos palmos del suelo.
Ante nosotros, el Gran Transformador agita su báculo mientras se ríe de nosotros.

En mi interior algo se rompe. Milenios de odio fanático inculcado por la Eclesiarquía llega a mi mente liberándola de todo pensamiento que no sea destruir al herético ser que se alza a nuestro lado. Mi mano suda mientras inútilmente intenta moverse.

Su magia corrupta nos ha dejado inmovilizados a los que siquiera tenemos valor para morir luchando por el Sagrado Emperador. Mi mandíbula no se mueve, me concentro en desbloquearla. Un pequeño reguero de sangre surge de mis labios, me he mordido la lengua. De repente puedo hablar, poco más que tartamudeos pero al menos puedo hablar mientras me viene a la cabeza la Letanía de la Mártil Yleana de Armaggeddon. Sin dudar más, comienzo a recitar el versículo 93:

"Y en aquel momento, mi valor se desvanecía mientras contemplaba como el Agente del Cambio estiraba sus alas ante el sol provocando un arco iris de muerte entre mis hermanas.

Pero cuando mis dudas me corroían pude notar como el Emperador me cedía sus fuerzas para luchar contra el odiado Demonio. Y exclamé Aleluya Hermanas y todas como una nos reagrupamos y todas como una disparamos y todas como una usamos nuestra fé en el Emperador como Martillo y su merecido castigo no tardó en llegar..."

Puedo ver cómo el Demonio alado escucha mis palabras más divertido que preocupado, una ojeada a mis compañeros me muestra desánimo, pánico y en algún caso acérrimo odio al enemigo. Entonces veo el cuerpo caído de la Hermana Tobyna. El regusto de la venganza surge en mi paladar, todavía seguimos paralizados pero siento la chispa del Emperador luchando dentro de mi, es hora de hacerla arder en el pecho de mis hermanos como si fuera una hoguera.

"¡¡¡Compañeros, ES HORA DE LUCHAR!!! Combatid con vuestra mente para recuperar vuestros cuerpos. Recuperadlos para luchar con ellos y sacrificarlos por la gloria del EMPERADOR!!! ¡¡¡MUERTEEEEEEEE!!!"