Cuando su creciente expansión hizo que los Tau entrasen en contacto con otras razas alienígenas ancestrales, ellos intentaron darles cordialmente la bienvenida a su imperio y, a la vez, a su causa del Bien Supremo. Como la mayoría de estas razas solo disponía de uno o algunos mundos habitables, se incorporaron fácilmente como razas del imperio tau. Los Nicassar y los Kroot contribuyeron notablemente a la doctrina del Bien Supremo. Los Nicassar incorporaron sus elegantes pero resistentes Dhows a una configuración de armas bastante similar a las de las cañoneras y los Kroot ofrecieron sus formidables esferas de guerra a la causa. Esto se hizo especialmente significativo cuando su continua expansión con la galaxia los llevó inevitablemente a toparse con el Imperio de la Humanidad. El primer contacto con los hombres acabó con la pérdida de la nave colonizadora tau Gal´leath Da´loth K´shar en las afueras del fuertemente defendido sistema Delvan y sirvió para que ambas razas fueran conscientes de la incompatibilidad existente. La Humanidad no había previsto que una raza feral y bárbara (así descrita por la nave exploradora Visión de la Tierra en 789. M35) hubiera avanzado en tan solo seis mil años tanto como para alcanzar unos niveles que desafiaban la supremacía del Imperio en la galaxia.
Los Tau aprendieron que su destino manifiesto no bastaba y que tendrían que luchar y ganar pagando un precio muy alto por ello. No obstante, no todos los contactos con mundos humanos acabaron en conflicto y en el transcurso de unas décadas llegaron a establecer acuerdos comerciales con varios mundos humanos y hubo un intercambio de mercancías y de tecnología. El contacto sirvió para que los Tau se dieran cuenta de algunas características consustanciales al ser humano, como una xenofobia inherente e irracional por la que decidieron mantener en secreto algunas de las razas con las que se habían aliado. Una alianza particularmente provechosa fue la de la Hermandad del Demiurgo Srryyktok. Como el trato con estos humanos había sido cultivado meticulosamente por la cosmopolita Casta del Agua del clan Dal´yth hacía ya muchas décadas, pudieron negociar la obtención de la tecnología del cañón iónico, un avance significativo que rápidamente se aplicó a las cañoneras Kass´l, donde podría prestar mejor sus servicios por el Bien Supremo. Rápidamente, todas las naves Kass´l se mejoraron con este sistema de armas, que sustituía a una buena parte de la batería de aceleradores lineales, aunque se decidió que este avance no se revelaría por el momento a los Nicassar. Una variante del Il´fannor equipada con este sistema armamentístico se puso en producción rápidamente en el clan Dal´yth y más tarde también en otros clanes. Este diseño fue adoptado por los Kor´vattra en todo el imperio tau a pesar de su incapacidad para servir de transporte de forma significativa.
Con el imperio tau tan alejado al sudeste de la galaxia, la luz guía del Astronomicón débil y el viaje a través de la disformidad tan peligroso, la noticia de las incursiones de esta raza emergente en el territorio imperial tardó en alcanzar el Administratum y, por tanto, costó su tiempo que la soberanía imperial reconociera a esta raza como una amenaza. De hecho, no fue hasta que se intentaron detener las incursiones de los corsarios eldars cuando se descubrió que en el sector Lithesh había algunos mundos imperiales disidentes aliados con los Tau. Considerados por la Inquisición como una terrible amenaza (una conclusión a la que la Eclesiarquía llegó enseguida), el cardenal Esau Gurney convocó una cruzada para purgar a los alienígenas. Las fuerzas se reunieron rápidamente y se centraron alrededor de una docena de naves de línea que incluía a varios cruceros de asalto de diferentes capítulos de los Marines Espaciales, liderados por el acorazado imperial clase Retribución "Espada de Aflicción". Aunque esta cruzada se denominó la Guerra de Lithesh, pasó a ser ampliamente conocida como la Cruzada del Golfo de Damocles, pues fue en esta área del espacio donde tuvo lugar.
Tomado de la Web de Especialista